Cirurgía deportiva del hombro en Asturias
Con 12 años de experiencia y formación avanzada, me especializo en técnicas artroscópicas innovadoras para tratar lesiones del hombro en deportistas. Mi enfoque personalizado y compromiso con la excelencia me han consolidado como un referente en cirugía deportiva del hombro en Asturias. Ofrezco resultados óptimos y una recuperación rápida y efectiva para todos mis pacientes, asegurando que cada tratamiento sea adaptado a las necesidades individuales. Mi objetivo es devolver a los deportistas a su máximo rendimiento en el menor tiempo posible.
Mis áreas de especialización
Reparación de inestabilidad de hombro: Bankart artroscópico
Reparación de inestabilidad de hombro: Remplissage artroscópico
Reparación de inestabilidad de Hombro: Bone-Block artroscópico y Latarjet abierto
Reparación artroscópica del manguito rotador
Tenodesis y tenotomía de la porción larga del biceps
Descompresión subacromial
Reconstrucción artroscópica de la cápsula superior
Implantación de balón subacromial
Implantación de balón subacromial
Cartílago autólogo triturado
Reparación y reconstrucción de luxaciones acromioclaviculares
Fracturas de glena, húmero proximal y clavícula
Mis tratamientos de hombro en detalle
Tengo amplia experiencia y formación en nuevas técnicas de cirugía compleja de hombro: artroscopia, reparación de tendones, labrum y ligamentos, fijación de fracturas y reconstrucción articular. Estoy dedicado a la excelencia y proporcionar atención individual utilizando la última tecnología para conseguir que vuelva a la función tan pronto como sea posible.
La inestabilidad del hombro se produce cuando la articulación del hombro no puede mantenerse en su posición normal y se luxa (se sale) o subluxa (se luxa parcialmente) repetidamente. Esto puede deberse a traumatismos, actividades repetitivas por encima de la cabeza o enfermedades congénitas que debilitan o estiran los ligamentos, tendones y músculos que mantienen unida la articulación.
Los síntomas de la inestabilidad del hombro incluyen dolor, sensación de fracaso y luxación repetida de la articulación. La inestabilidad crónica puede suponer molestias constantes, debilidad y pérdida de funcionalidad, lo que dificulta la realización de actividades cotidianas y deportivas.
Los tratamientos no quirúrgicos están indicados en pacientes mayores con poca actividad por encima de la cabeza y cuando no ha habido una luxación traumática previa. En los casos de luxaciones traumáticas, especialmente en pacientes jóvenes, deportistas o físicamente activos, la estabilización articular es la mejor opción de tratamiento.
La cirugía artroscópica es la alternativa ideal en la gran mayoría de los casos. La reparación de Bankart es un procedimiento artroscópico para reparar los desgarros del labrum glenoideo, una estructura cartilaginosa crucial para la estabilidad del hombro. Es especialmente eficaz para la inestabilidad anterior causada por luxaciones traumáticas. Otra opción es la técnica de Remplissage, que se utiliza principalmente cuando existen defectos óseos en la cabeza del húmero, conocidos como lesiones de Hill-Sachs. Se trata de un procedimiento complementario a la reparación de Bankart en el que el defecto se rellena con tejido del manguito rotador para mejorar la estabilidad articular.
Para los casos con una pérdida ósea glenoidea significativa, la mejor opción es el Bone-Block. Consiste en transferir un bloque de hueso de la pelvis del paciente (autoinjerto) o de una tibia de donante (aloinjerto), a la cavidad glenoidea para aumentar la superficie ósea y proporcionar más estabilidad. El Latarjet es una técnica quirúrgica avanzada en la que la coracoides y sus tendones adyacentes se transfieren a la glena, consiguiendo un triple efecto de aumento de la superficie ósea, bloqueo dinámico y refuerzo de la cápsula anterior del hombro. Esta técnica suele hacerse de forma abierta pues vía artroscópica está asociada a mayor tasa de complicaciones.
El síndrome subacromial (síndrome de pinzamiento subacromial) es una afección en la que las estructuras del hombro están comprimidas en el espacio subacromial. Este espacio situado bajo el acromion alberga los tendones del manguito rotador y la bursa subacromial. Cuando éstos se comprimen, se produce dolor, inflamación y pérdida de funcionalidad. En ocasiones, esta compresión genera un roce constante del hueso sobre el tendón del supraespinoso, que puede degenerar en tendinopatía calcificante o en rotura del tendón.
Los síntomas típicos del síndrome subacromial son dolor que puede irradiarse al brazo, sobre todo en actividades por encima de la cabeza y al tumbarse sobre el lado afectado y puede ocasionar debilidad de los músculos del hombro y pérdida de movimiento.
El tratamiento de entrada suele ser conservador salvo en casos severos.
Cuando las medidas conservadoras no proporcionan suficiente alivio, puede ser necesario realizar una descompresión subacromial artroscópica. En esta cirugía se eliminan los espolones óseos y los tejidos inflamados dentro del espacio subacromial. Esto crea más espacio para que los tendones del manguito rotador reduzcan la compresión y alivien los síntomas. Si se asocia a tendinopatía calcificante, se realiza además un pequeño corte en el tendón para drenar la calcificación, dejándolo sin reparar si es muy pequeño y reparándolo en caso de que se necesite hacer uno más amplio. Cuando existe un daño importante del manguito rotador, puede ser necesaria la reparación quirúrgica de los tendones desgarrados para restablecer la función y la estabilidad del hombro.
El manguito rotador está formado por los tendones del subescapular, supraespinoso, infraespinoso y redondo menor, y su función es dar movilidad y estabilidad a la articulación. Las lesiones pueden deberse a traumatismos agudos o a cambios degenerativos debidos a actividades repetitivas por encima de la cabeza y al desgaste relacionado con la edad.
Los síntomas de las lesiones del manguito rotador varían en función de la gravedad, pero suelen incluir dolor persistente, sobre todo al levantar peso o realizar actividades sobre la cabeza y molestias al dormir sobre el lado afectado. También pueden experimentar debilidad, limitación de la amplitud de movimiento y una sensación de crujido o chasquido al mover el hombro. En los casos de desgarros graves, las actividades cotidianas, como vestirse o peinarse, pueden resultar difíciles.
Las opciones de tratamiento de las lesiones del manguito de los rotadores dependen del alcance del daño y de las necesidades funcionales del paciente. Los tratamientos no quirúrgicos se reservan para los pacientes mayores y los que tienen una buena amplitud de movimiento y función.
Cuando las medidas conservadoras son insuficientes, o si la lesión es grave, el tratamiento quirúrgico está indicado. El tratamiento más frecuente es la reparación artroscópica, en la que se busca llevar los tendones al hueso y fijarlos mediante la realización de túneles a través del húmero, o mediante el uso de implantes con suturas. El uso de parches de aumentación biológica puede ayudar a mejorar el potencial de cicatrización. En casos de roturas no reparables, o en caso de fallo de una reparación previa, puede plantearse una reconstrucción capsular, la cual consiste en usar un injerto para rellenar el defecto y centrar al húmero en la glena. También puede estar indicada una transferencia tendinosa, en la que se lleva un tendón cercano al hombro a la zona de inserción del lesionado. Esta cirugía tiene un postoperatorio muy duro y prolongado, y no es la opción ideal para la mayoría de pacientes. Otra opción, muy útil en pacientes mayores y sin artrosis severa, es implantar un balón subacromial, el cual centra la cabeza del húmero en la glena sin necesidad de reparar el tendón del supraespinoso. Si la rotura no es reparable y hay ya un daño severo en el cartílago, la implantación de una prótesis es la mejor alternativa.
La lesión del tendón del bíceps de cabeza larga, también conocida como tendinopatía del bíceps o tendinitis del bíceps, es una inflamación o daño del tendón que va desde el músculo bíceps sobre la parte superior del hombro y se une al labrum. Este tipo de lesión suele estar causada por actividades repetitivas por encima de la cabeza, traumatismos agudos o cambios degenerativos, y provoca dolor e incapacidad funcional en el hombro. Es habitual que se asocie a lesiones del manguito rotador, en especial del subescapular.
Los pacientes con lesión de la cabeza larga del bíceps presentan dolor en la parte anterior del hombro que puede irradiarse hasta el codo. El dolor suele empeorar al realizar actividades por encima de la cabeza, levantar objetos o estirarse. También es habitual la pérdida de fuerza.
El tratamiento de la lesión de la cabeza larga del bíceps depende de la gravedad de la afección y del nivel de actividad del paciente. El tratamiento inicial suele ser conservador.
Si el tratamiento conservador no funciona o el tendón está muy dañado, puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Hay dos opciones para el tratamiento quirúrgico. En pacientes jóvenes y delgados se prefiere la tenodesis, la cual consiste en realizar un corte en el tendón y fijarlo en el húmero en vez de la glena, acortando el brazo de palanca. Su principal ventaja es estética y, en menor medida, mejor fuerza, aunque sólo significativa en lanzadores profesionales y otros trabajos que requieran gran potencia sobre la cabeza. La tenotomía es la opción ideal en pacientes mayores, obesos o con escasa demanda funcional, y se basa en realizar un corte en el tendón dentro de la articulación y no repararlo.
Las lesiones del cartílago en el hombro afectan el tejido liso que recubre los extremos de los huesos dentro de la articulación. Pueden deberse a traumatismos agudos, esfuerzos repetitivos o enfermedades degenerativas como la artrosis. El cartílago dañado puede causar dolor, disminución de la función e inestabilidad general del hombro.
Los síntomas de las lesiones del cartílago del hombro son dolor persistente en el hombro, especialmente durante el movimiento o las actividades en las que se soporta peso. Los pacientes suelen referir una sensación de agarrotamiento o bloqueo de la articulación, con hinchazón y rigidez. Esto puede limitar la amplitud de movimiento y la fuerza general del hombro y repercutir en las actividades diarias y el rendimiento deportivo.
El tratamiento de las lesiones cartilaginosas consiste en restaurar la superficie articular y aliviar los síntomas. Una nueva técnica consiste en utilizar cartílago triturado para reparar la zona dañada. Se trata de tomar pequeños trozos de cartílago sano del paciente y trasplantarlos a la zona de la lesión.
El procedimiento comienza con un examen artroscópico para evaluar el alcance del daño cartilaginoso. Se extrae cartílago sano de los bordes del defecto y, de no ser suficiente, de una zona de la articulación que no soporte peso ni tenga roce al movimiento. Al extraerlo se corta finamente y se mezcla con un andamio biológico de plasma rico en plaquetas (PRP) que favorece la adhesión y el crecimiento celular. Esta mezcla se aplica a la zona de la lesión para crear un entorno propicio para la regeneración y cicatrización del cartílago.
El cartílago triturado tiene muchas ventajas, como una cirugía mínimamente invasiva, un menor tiempo de recuperación y la regeneración natural del tejido. El andamiaje biológico favorece la integración y el crecimiento de nuevas células cartilaginosas para mejorar la función articular y aliviar el dolor, evitando, o al menos retrasando, la necesidad de plantear una cirugía de reemplazo articular (prótesis).
El compromiso con las técnicas quirúrgicas avanzadas y la atención centrada en el paciente son la clave para que los pacientes jóvenes con lesiones del cartílago del hombro reciban el mejor tratamiento y vuelvan a sus actividades diarias con una mejor función articular y calidad de vida.
La inestabilidad acromioclavicular (AC) es una lesión en la que la articulación AC (donde la clavícula se une al acromion de la escápula) está rota. Suele producirse por un traumatismo, como una caída o un golpe directo en el hombro, que causa una luxación parcial o total. Las lesiones por esfuerzo repetitivo y los cambios degenerativos también pueden causar inestabilidad de la articulación AC. Se clasifica en tipos I a VI.
Los síntomas más frecuentes son dolor localizado en la articulación y limitación de movilidad (común a todas) y deformidad en lesiones tipo III en adelante.
El tratamiento conservador se reserva para las lesiones tipo I y II, y las tipo III en pacientes con escasa demanda funcional por encima de la cabeza.
El tratamiento quirúrgico está indicado en las lesiones tipo IV, V y VI, y en las tipo III pacientes con actividad intensa laboral o deportiva. A pesar de que hay varios tipos de tratamiento, hoy día se suelen realizar dos tipos de cirugía. La reparación primaria se realiza en lesiones agudas (hasta 1 mes desde el traumatismo). Consiste en fijar la clavícula a la apófisis coracoides (zona de la escápula donde se insertan los ligamentos principales) mediante un sistema formado por una sutura de muy alta resistencia en forma de hilo o cinta, unida por dos placas pequeñas de metal que se apoyan en la superficie de casa hueso. Puede hacerse de forma abierta por una mínima incisión o asistida por artroscopia. Esta opción es útil en particular si se sospecha que haya otras lesiones dentro de la articulación, típicamente en el labrum (la estructura que centra a la cabeza redonda del húmero en la superficie plana de la glena).
En caso de lesiones crónicas (más de 1 mes de evolución) o en pacientes que realizan deporte de alto contacto (rugby, baloncesto, etc), la reconstrucción es la mejor alternativa. Esta se realiza utilizando un tendón de la rodilla o el tobillo del propio paciente (autoinjerto) o de un donante (aloinjerto), el cual se pasa en foma de 8 entre la clavícula y la apófisis coronoides, buscando imitar la inserción de los ligamentos lesionados. Aunque es más estable, tiene el riesgo añadido de utilizar un tejido propio, con las posibles complicaciones de la zona dadora, o de un donante.
Las fracturas de glena, clavícula y húmero proximal son lesiones importantes del hombro, cada una con problemas particulares que requieren intervenciones específicas.
Las fracturas de glena afectan a la parte plana de la escápula que se articula con la bola de la cabeza del húmero. Casi siempre ocurren por traumatismos de alta energía como caídas o accidentes de tráfico. Los síntomas son dolor intenso en el hombro, hinchazón, hematomas, limitación de la amplitud de movimiento y sensación de inestabilidad o chasquido. El tratamiento quirúrgico está indicado si hay afectación de la superficie de la articulación y si se asocia a luxación franca o inestabilidad. Consiste en una fijación interna, ya sea abierta o artroscópica, en la que los fragmentos óseos se realinean y se fijan con tornillos o implantes de sutura para garantizar la correcta alineación y estabilidad de la articulación.
Las fracturas de clavícula se producen habitualmente por caídas sobre el hombro, golpes directos o accidentes de tráfico. Los pacientes suelen presentar dolor agudo en el foco de la fractura, hinchazón, sensibilidad y deformidad visible que limita el movimiento del brazo. La intervención quirúrgica, especialmente en las fracturas desplazadas, articulares o complejas, implica la reducción abierta y fijación interna (RAFI) con una placa y tornillos para restaurar la alineación anatómica, permitir la movilización y rehabilitación tempranas, prevenir la malunión y mejorar los resultados funcionales.
Las fracturas proximales del húmero proximal se producen en la zona de la articulación del hombro y se producen principalmente tras caídas. Son más frecuentes en adultos mayores debido a la osteoporosis. Los síntomas son dolor intenso en el hombro, hinchazón, hematomas, limitación del movimiento del brazo y, a veces, un hueco palpable en el lugar de la fractura. El tratamiento depende del patrón de fractura y de las características del paciente. Cuando está indicada la cirugía, suele realizarse RAFI para realinear y estabilizar la fractura con placa y tornillos. En ocasiones, es necesario aportar injerto óseo para rellenar defectos de hueso importantes. En fracturas en las que no sea posible restaurar la esfericidad de la cabeza del húmero o haya riego sanguíneo comprometido, puede considerarse la implantación de una prótesis parcial (hemiartroplastia, indicada en pacientes jóvenes con manguito rotador intacto), o total (artroplastia invertida de hombro, indicada para pacientes mayores o con lesiones no reparables del manguito rotador).